Hace ya más de treinta años, Steve Kudlow y Robb Reiner se hicieron amigos en la preparatoria. Como ocurre con las personas que se descubren con gustos afines, decidieron emprender un proyecto juntos.
Siendo la música el común denominador, dieron de forma natural el siguiente paso: decidieron formar una banda. Luego de algún par de ajustes el grupo terminó por adoptar el nombre de
Anvil; una banda para cambiar al mundo, o al menos eso parecía a principios de los ochentas cuando su primer disco Hard N´Heavy retumbaba en los oídos de todo metalero que se jactara de buen catador.
Hoy en día, si tienes la oportunidad de tomarte una cerveza en algún bar de Ontario y corres con algo de suerte, podrías toparte con aquel par de, ahora ex-estudiantes, aún retumbando la noche con algún set list escogido de entre sus trece álbumes.
Algunas cosas han cambiado, hace mucho que la fama los abandonó, llevándose consigo a sus habituales compañeros, el dinero y las oportunidades. Y por supuesto, con el tiempo divido entre su familia y las responsabilidades del trabajo. Dejando de lado eso,
Anvil sigue siendo en esencia la misma banda de hace tres décadas, y ese es exactamente el problema; el grupo está prácticamente en el mismo lugar en que inició. Aquí es dónde se asoma del piso manchado de cerveza y barro una obvia pregunta ¿cómo pueden seguir haciendo lo mismo después de todos estos años?
La respuesta está vertida dentro del documental
Anvil! The history of Anvil.
Una cosa es cierta,
Kudlow y
Reiner no cambiaron el mundo, pero cambiaron a las personas indicadas. Personas como
Sacha Gervasi, un roadie que veinte años después de seguir a la banda en sus primeras giras decidió filmar el documental. Es por eso que
Anvil! The history… es básicamente un retrato sobre la lealtad sobre todo lo demás. Lealtad a los sueños, a la amistad y a uno mismo. Dicen que la vida está llena de oportunidades, pero no todas están destinadas a ser tomadas, y en ocasiones la oportunidad debe ser disputada ¿Qué pasa con aquellos a quienes se le adelantaron en la fila?
La película está plagada de derrotas y mala suerte al punto de parecer una maldición. Presenciar el necio optimismo de
“Lips” Kudlow; un hombre que rechazó la invitación del propio
Lemmy Kilmister para tocar en
Motorhead, ante un muro de fracasos que aumenta sus ladrillos a cada salto de confianza es, por momentos, desolador, mientras que los locales vacíos, las peleas internas y las malas decisiones se van adhiriendo como un miembro más de la banda.
Cuando el tiempo se convierte en un contador descendente las pequeñas victorias se vuelven preciadas y brillantes, incluso aquellas que son ficticias.
Sí, desde los primeros minutos uno puede darse cuenta de que
“Lips” no es la persona más inteligente del mundo, pero es una imagen que se opaca rápidamente ante la simpatía que uno le concede al contendiente más débil, al madreado que tiene a toda la arena en su contra. porque todos, en algún momento, somos ese hombre.
Un documental imperdible que reúne los anhelos y las dificultades más comunes del ser humano.
Quién espere de la película un retrato sobre la banda o una página más del
Heavy Metal tendrá que buscar en otra parte, pues aquí no son más que el trasfondo para mostrar la historia de una vida con final abierto.
Anvil no cambió mi vida, pero Steve Kudlow y Robb Reiner me concedieron un pequeño triunfo que ayuda a moldearla.