Todo ser humano que tenga un contrato telefónico con Telmex ha recibido alguna vez, al menos, una llamada para “mejorar su paquete de servicios”, tan seguro estoy de ello que de ser lo contrario vives en la matrix o estás muerto.
Bien yo soy una de las otras tantas miles de afortunadas personas que no reciben una sino, en ocasiones, hasta varias llamadas de este tipo al día. Usualmente respondo como una dócil criatura de diostodopoderosisímo con un simple – no señorita(ito), el titular de la línea no se encuentra en esta residencia(que también es la suya) en este momento – y dejo que el discurso de ofertas termine. Gracias. Muy amable. Besos para toda la familia.
Y es que lo entiendo; la persona detrás de la línea es un ser humano ganándose la vida. También sé que su sistema informático es el culpable directo de tanta insistencia pues le envía los números al azar a los operadores que, de nueva cuenta, sólo están cumpliendo con su trabajo. Y lo perdono, aún sabiendo que a pesar de contar con un capital que haría sonrojar a la más hardcore de las pornostars, Telmex no tiene ni la más remota intención de crear una base de datos más inteligente para dejar de importunar a sus clientes.
Mi problema real son los drones, esos personajes que detrás del auricular que solamente reconocen un comando: sí, acepto la oferta. Lo demás es ruido estático por lapsos variados de tiempo entre el silencio que sigue a su propia voz. Hace un par de días me tope con uno; las emanaciones estáticas que surgieron de mis cuerdas vocales fue la siguientes: no, no se encuentra en este momento/ tampoco sé a que hora pueda encontrarlo/sí soy mayor de edad, pero no voy a tomar decisiones acerca de la línea/que no, aunque eso signifique un ahorro significativo/ no me importa/ mira, estamos perdiendo ambos el tiempo/ ¿es una broma?/ ¿En serio no es broma?/ ¡No mames cabrón! estoy tratando de ser amable contigo/ Vete-a-la-verga/ ¡click!
A partir de aquél suceso, este tipo de llamadas se han convertido en mi pasatiempo favorito. Incluso creo que estoy comenzando a tener práctica en eso de las mentadas de madre a distancia. Y aquí me tienen, sentado cómodamente, esperando la siguiente llamada.
Así que, si algún día, por azares del destino terminas marcando a mi casa y lo primero que escuchas es un chingatumadrehijodelachingada, por favor, acepta mis disculpas por adelantado.