domingo, 11 de octubre de 2009

Dejame morir, SilentHill

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Se ha confirmado una entrega más de la máxima saga de horror por excelencia, Silent Hill: Shattered Dreams. Hasta aquí, todo paraíso. Sin embargo, para mí, no podría presentarse más lejano, pongo todas las cartas sobre la mesa, para explicarme mejor:

No es que no me emocione, Silent Hill es y será siempre un referente obligado en la industria de los videojuegos y un parteaguas monumental de los survivor. Pero hay algo que debe aceptarse, el juego está a punto de correr la misma suerte del género de horror en el cine japonés. La repetición. La repetición hasta el cansancio de las situaciones, de la mitología, y de una propuesta alguna vez fresca.

Volteemos la vista un momento hacia otro monstruo del horror/survival como lo es Resident Evil. Amén de sus diferencias (con Silent vertido en el horror psicologico y Resident en el terror físico), ambos surgieron de una misma vena, la del miedo. En estos momentos Resident Evil no está ni remotamente cercano a eso, su evolución lo ha llevado brincar a otros géneros. Sin embargo como producto funciona, porque entretiene, y a fin de cuentas esa es la primicia de cualquier videojuego. Con un mayor dinamismo, cambio en los controles, en la atmosfera y la jugabilidad Resident abandonó la siempre segura formula de que el miedo vende y le aplaudo por ello y hoy por hoy se erige solidamente ante el futuro.

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En contraparte, Silent Hill lleva ya varias secuelas grises, que se mantienen a flote más por el peso del nombre que cualquier otra cosa. Sí, sigue teniendo historias profundas y entrañables, sigue asustando terriblemente, aún se deja jugar magistralmente, pero también todavía son los mismos puzzles, la misma niebla, las mismas busquedas; el mismo miedo. Jugar Silent HillSilent Hill es más parecido a pagar un boleto para todas las atracciones de un parque de diversiones. No deseas que la experiencia termine y ahí es donde reside el más drástico punto debil, el verdadero abandono de la esencia, solamente que Silent se olvido del apartado evolutivo.
significaba la sofocante idea de tener que sumergirte en una pesadilla para, al final de un largo día de trabajo acceder (tal vez) a la tenue posibilidad de un salario mal remunerado; un final ganado con mucho sudor y angustia. Hoy sin embargo sumergirte en

La ausencia de armas y el regreso del clásico radio tienen una lectura doble -La promesa de regresar a sus raíces no necesariamente es una buena señal. Y creo que se deberia ver definitivamente como un retroceso creativo.

En este momento si Silent Hill existe, está repleto de tiendas de souvenirs con camisas con la cara de Harry Mason y James Sunderland y, aún así, también espero con oculto entusiasmo asomarme a la pesadilla-remake.


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